sábado, 29 de abril de 2017

La sinuosa calle Macasta



La sinuosa calle Macasta une el barrio de San Julián con la calle San Luis y Santa Marina. Conocemos su nombre al menos desde 1426 y, según Rodrigo Caro, tiene origen griego mientras que para otros autores el nombre procede de Malacasta o Malcasta. Se tienen referencias que hacia 1484 había un horno y hasta 1920 existía una fuente en la calle. A mediados del siglo XIX la parte derecha estaba formada por huertos lo cual proliferó durante varias décadas más.





Entrada trasera del colegio "Padre Manjón"

Su curioso trazado va desde la calle San Julián hasta la estrecha calle Ruíz de Gijón. Comenzando desde San Julián andaremos por la zona más amplia de la calle que va estrechándose poco a poco desde la esquina con la calle Morera. A lo largo de su recorrido veremos muchos entrantes y saliente que parecen proceder de proyectos antiguos iniciados y no acabados. Si seguimos desde la calle Morera llegaremos a la esquina con Sorda donde, en la acera izquierda veremos un pequeño callejón con una puerta de acceso al colegio antiguamente llamado Padre Manjón y ahora Huerta de Santa Marina. Un poco más adelante, se continúa estrechando la calle y sirve de esquina a la calle Cetina. Actualmente con muros completamente pintados en un exceso de demostración de poca educación y civismo. Finalmente se llega a la zona más estrecha y oscura de la calle que conduce a San Luis por medio de una calle pequeña para tan gran escultor: Ruíz de Gijón.

Macasta. Una calle con bastante historia que siempre unió San Julián con San Luis.




martes, 4 de abril de 2017

El antiguo paso de Calvario de la Hiniesta

El paso del Stmo. Cristo de la Buena Muerte en 1885

Tras dos siglos sin procesionar, la hermandad de la Hiniesta volvió a hacerlo en 1881 con insignias cedidas por la hermandad de la Amargura. La lluvia provocó que la estación de penitencia se hiciese en la tarde del Lunes Santo pues el Domingo de Ramos unos importantes agüaceros la hicieron imposible. Solo procesionaba un paso con la Imagen de un Cristo de pasta atribuído a Felipe de Ribas y que era propiedad del Marqués de la Granja. Le acompañaban María Santísima de la Hiniesta al pie de la Cruz, San Juan Evangelista y las Tres Marías, respondiendo de esta forma a la iconografía conocida como de Calvario. El paso iba acompañado por hermanos vestidos con túnicas de cola de color negro

Pintura del paso del Calvario por M. Grima en 1885
En 1885, saliendo en la tarde del Jueves Santo, al paso se le incluyen las tallas de Santa María Magdalena y los Santos Varones. También la Santísima Virgen y San Juan estrenaron nuevos mantos así como varias insignias de la cofradía. El paso de misterio, (de estilo gótico y dorado) que contenía dos escaleras apoyadas en la Cruz, representaba, de esta forma, el momento anterior al Descendimiento de la Cruz. Se desconoce la autoría de las tallas de este misterio (y de las andas del paso) las cuales vestían con ropajes de terciopelo con marcados bordados de estilo gótico. A esto hay que añadir que salía otro paso más (que se había estrenado ese mismo año) de concepción alegórica del que hablaremos en otro post. 

El misterio procesionó de esta forma hasta 1891 y en 1906, tras la última reorganización de la hermandad, la Virgen empezó a hacerlo bajo palio. La única talla que se mantuvo en el paso a los pies del Cristo fue la de Santa María Magdalena tomando el paso una estructura similar a la que conocemos en la actualidad y que tanta admiración provoca en nuestro barrio.




El paso del Calvario hacia 1888


sábado, 1 de abril de 2017

No pasa el tiempo por San Julián



No pasa el tiempo por San Julián. Hay un momento en el barrio por el que no pasa el tiempo. Y no pasa, vecino, no pasa. El barrio es más grande, más alegre, más luminoso, más bonito...más barrio. 

En ese momento, al barrio llega alguno que otro que recuerda la lechería de la plaza, el que compraba en Jerónimo, el que iba a la droguería de Enrique a por esa botella de lejía de la que se había olvidado nuestra madre cuando venía de comprar frutas a Maruchi,  el que no faltaba en Casa Santos para tomarse ese vasito de vino, o el que se cortaba el pelo en lo que ahora es capilla que mezcla barrio y hermandad.

Llegan aquellos que hicieron su primera comunión en la iglesia, los que recuerdan ver la cofradía desde esos balcones de hierro con fachadas desconchadas por la humedad y el tiempo y lleno de vecinos de puerta en puerta. De esos de los de hablar a diario. Llegan niños del Padre Manjón, de San Cayetano, del Sor Ángela, de los que pasaban mañanas de verano en Doña Petra, de los que compraban chucherías en Rosa... Niños  que fueron y de los que nunca faltan allí donde está la Cruz del Guía del barrio. De nuestro barrio.

Llegan los que aún estamos. Con nuestras mejores galas, con la gente a la que queremos, presumidos y presumiendo, paseando con la tranquilidad que te deja la emoción y compartiendo sonrisas con quienes nos cruzamos y vivimos el día a día de nuestras vidas. Doblamos esas esquinas y andamos por esas calles como si no quisiéramos que se estropeara nada en ellas. Está el barrio precioso. Tiene otra luz. Y otro color. Estás pensando con el corazón y tú lo sabes. Tú lo sabes, Vecina.

Ese momento es mágico y se llama Domingo de Ramos. Quedan pocos días para que vuelva radiante. Cuando llegue, vívelo vecino. Procura que cada segundo te parezca una hora y cada imagen una película. Acércate a la plaza, mira la Cruz, mira la torre de la iglesia, las casas... Párate y piensa. Todo cambia si, pero no pasa el tiempo por San Julián. Están Ellos allí.