¿Qué serían de los barrios sin sus bares?
Bares regentados por vecinos y ocupados también por vecinos que hacen guardia en ellos hablando unos con otros y, a veces, consigo mismo. Buenos ratos que van pasando mientras se van marcando las horas de una plaza de hombres y mujeres sentados y niños y niñas jugando. Siempre hablando. De lo divino y de lo humano, y también a veces, más de lo primero que de lo segundo. Porque el Vecino y la Vecina dan mucho para hablar. Es el murmullo de la vida de un barrio. Como decía la canción, “Bares, qué lugares, tan gratos para conversar”.
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